mentales.
Pero especialistas en el funcionamiento del cerebro como Tony Buzan
aseguran que no tiene por qué ser así.
Las
pruebas de coeficiente intelectual que comparan el
rendimiento de mayores y jóvenes suelen dar una puntuación
más alta a estos últimos por una simple cuestión de
entrenamiento: los estudiantes están más habituados a
resolver pruebas de este tipo que los que dejaron la escuela
o la universidad hace varias décadas.
Sí es cierto que un cerebro joven tiende a resolver los ejercicios
con más rapidez que uno adulto. Pero eso no es
necesariamente negativo, ya que la lentitud está motivada
por una experiencia que ha enseñado a la persona a filtrar
más posibilidades antes de llegar a una
respuesta.
A partir de cierta edad, sin embargo, un cerebro apelmazado
por una actividad sedentaria, con muchas horas frente al
televisor, empieza a ralentizarse y a tener problemas de
memoria. Así como a los pacientes con una larga
hospitalización les cuesta volver a caminar, porque han
perdido tono muscular, también las facultades intelectuales
requieren un entrenamiento diario.
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