miércoles, 23 de febrero de 2011

EVITA EL INFARTO MAÑANERO Aprende a despertarte

De poco serviría culminar ocho horas de plácido sueño con un mal amanecer. Pero saber despertar es un arte que tiene más técnica de lo que pensamos. Ésta es una guía práctica para conseguir, como decía freud, que cada despertar sea un nuevo nacimiento. El despertador rompe nuestra calma. Con los párpados pesados, imploramos a Morfeo: “Cinco minutos más; sólo cinco…”. Tenemos todas las papeletas para que el día se tuerza. Mal sabor de boca, dolor de espalda, bruma en la cabeza, irritabilidad, estrés, vértigo vital... Es la sintomatología que presenta, al menos, un tercio de los occidentales cada mañana, sea cual sea la hora a la que abre sus ojos. Pero que el día sea un reto, y no una amenaza, está más al alcance de nuestras manos de lo que pensamos.

Simulando amaneceres

Muchos expertos aseguran que podemos reeducar la voluntad para despertar a la hora deseada y, por tanto, de forma nada traumática. Pero lo cierto es que solemos recurrir a un despertador estridente o un radio-reloj que nos da los buenos días con noticias de desastres o músicas imposibles. “La mejor opción es la luz del sol, que equilibra nuestros ritmos biológicos y estabiliza los ciclos de nuestros organismo“, dice el psiquiatra David Servan-Schreiber, en el libro Curación emocional (Kairos). Cuando la aceleración de la vida moderna nos obliga a levantarnos antes de que salga el sol, podemos recurrir a los despertadores de luz capaces de simular un amanecer en nuestra alcoba. Desde los primeros “rayos”, el hipotálamo recibe el mensaje de que es hora de salir del sopor. Según aumenta la intensidad lumínica, la actividad eléctrica del cerebro experimenta una transición natural y delicada del sueño profundo al ligero, y al despertar completo.

Y después a estirarse

Ya con los ojos abiertos, estira brazos y piernas todo lo que puedas, para después provocar un bostezo... largo, pronunciado y lleno de vocales. Sin levantarte de la cama, con los pies juntos, tobillo con tobillo, estira la pierna derecha, como si desearas prolongarla. Siente la extensión desde la cadera hasta el pie; la pierna se alargará unos centímetros. Conserva la postura un minuto; luego relájate y repite el ejercicio con la pierna izquierda. Así estiras la columna vertebral y entonas los nervios del sistema simpático, lo que produce un efecto rejuvenecedor en la fisiología.

Incorporarse sin precipitaciones

El paso de la horizontalidad a la verticalidad debe ser lento, de lo contrario puede producirse un choque en el sistema nervioso y sobrevenirnos un leve mareo. Así, aunque tengas prisa, date unos minutos para volver a este mundo desde el umbral del otro. La música suave se postula como la mejor compañía para este tránsito. Los animales nos dan un buen ejemplo de cómo hacerlo con naturalidad. Un perro o un gato, nunca dan un brinco, a menos que algo les alarme. Bostezan y se estiran hasta desperezarse del todo... Imitémosles.

Ya en pie y después de lavarte los dientes y la lengua, bebe a sorbitos y en ayunas un vaso de agua tibia con una rodaja de limón “para proporcionar al organismo toda la hidratación que pierde durante la noche”, dicen desde Nivea. La firma experta en el despertar de la piel nos da otros consejos: “Abre bien la ventana y respira profundamente… incluso en invierno resulta muy estimulante”. Acto seguido, concédete una ducha tibia, y “termínala con agua fría, siempre de abajo a arriba. Te sentirás como nueva y tu piel estará despierta en un instante”.

Nos queda abordar la comida más importante del día: cereales, fruta e infusiones, te proporcionarán energía y absorberán las impurezas de la sangre. Además, pondrá al mismo nivel tu “cuerpo mental” y tu “cuerpo físico”. Por último, intenta vestir prendas con tonos alegres. Te llenarán de positividad, te sentirás más radiante y sociable. Así, estás preparada para la aventura de afrontar una nueva jornada, que vivirás intensamente, si la maquinaria que gobierna tu ser ha sabido descansar por la noche y equilibrarse al alba.

Antes de ir a dormir...

Según el psiquiatra David Servan-Schreiber, “en otoño e invierno, cuando los días se acortan, una de cada tres personas siente un descenso de energía que parece inspirado por la fisiología de la hibernación: noches más largas, despertar difícil, deseo de pan, patatas y dulces, descenso de la libido, desmotivación, pensamientos lentos... De noviembre a marzo, a casi el 10 por ciento de la población que vive por encima del paralelo 40 (la mitad norte de la península Ibérica), estos síntomas, más físicos que psicológicos, le devienen en depresión”. Para mitigarlos, además de saber amanecer, es básico obtener un sueño reparador. Así puedes conseguirlo:
  • Acuéstate a la misma hora, en un dormitorio lo más oscuro e insonorizado posible y que esté a temperatura fresca.
  • Practica algo de deporte y métete en la cama para dormir, no a leer ni ver la tele, comer galletas, escuchar la radio...
  • Evita beber alcohol, pues impide un sueño nutritivo para el cerebro, y los estimulantes (chocolate, cafeína...), al menos cuatro horas antes de dormir. Opta por alimentos que inducen al sueño (leche, infusiones, lechuga…), pero deja pasar dos horas entre la cena y la hora de irte a dormir.
  • Relájate con ejercicios de visualización. Hacer el amor también desemboca en un sopor excelente. Eso sí, el doctor Estivill, experto en sueño, aconseja acostarse luego en camas separadas, pues asegura que dos personas con fisiologías distintas no pueden dormir en el mismo colchón.

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