"Al no dormir bien, logran el efecto contrario: por lo general, tienen jornadas diurnas de mala calidad, se sienten irritables o de mal genio, sufren dolores de cabeza matinales y hasta les cuesta concentrarse y recordar cosas sencillas", dice Miguel Dávila, neurólogo y especialista en sueño.
A tal grado puede afectar el organismo que, de acuerdo con investigadores de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), entre las complicaciones que genera el mal dormir se incluyen la baja en las defensas del cuerpo, los problemas cardio y cerebrovasculares y el envejecimiento precoz.
El problema no para ahí: quienes duermen menos de seis horas por noche, por insomnio o autoprivación del sueño, son un 12 por ciento más propensos a fallecer de muerte prematura que aquellos que descansan entre seis y ocho horas al día.
A esa conclusión llegaron científicos de la Universidad de Warwick (Reino Unido), en colaboración con la Facultad de Medicina Federico II (Italia), tras revisar 16 estudios hechos en todo el mundo, y que incluyeron a 1,3 millones de personas, que fueron seguidas durante 25 años. Su trabajo fue publicado por Sleep, el año pasado.
No todos los insomnios son iguales
Según expertos, el insomnio se clasifica, en primer lugar, por su duración. Si es de pocos días, es ocasional o transitorio; si dura hasta cuatro semanas, es de corta duración, y es crónico o de larga duración si supera el mes.
Ocasional o transitorio: Es el de mayor consulta. Entre los factores que lo desencadenan están las situaciones de estrés emocional agudo, la presencia de ruidos fuertes (vivir junto a discotecas, por ejemplo) o sentir calor excesivo. También ocurre en quienes cambian de clima de forma abrupta y en viajeros con desajustes de horario jet-lag.
Corta duración: Sus causas son el estrés producido por problemas familiares o laborales o crisis económicas y enfermedades, en general. La prevalencia de este trastorno en pacientes hospitalizados es cercana al 80 por ciento.
Crónico: Entre un 10 y un 20 por ciento de los afectados por insomnio tiene un cuadro clínico severo y crónico, causado por estrés emocional crónico. La mitad de los insomnes crónicos sufren de ansiedad y depresión o consumen sustancias psicoactivas; la otra mitad padece trastornos específicos del sueño, como la apnea obstructiva (suspensión abrupta de la respiración).
Insomnio psicofisiológico: Es propio de personas que se quejan de no poder dormir, aun cuando los exámenes indican que no sufren alteraciones neurológicas o psiquiátricas. Suele pasar porque los sistemas inductores de la vigilia o estados de alerta en estas personas están muy activos.
Pseudoinsomnio: Ocurre en quienes sí duermen, pero se quejan de que no pueden hacerlo. Según expertos, esta idea puede ser de características hipocondríacas, obsesivas e incluso delirantes.
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