La lista incluye sentencias judiciales que pierde el Estado, varios tipos de contratos, negocios de ganadería, maquinaria, pymes, etc., que se mueven a través de fondos especializados, algunos de los cuales requieren inversiones desde tres millones de pesos, aunque hay otros casos en donde deben desembolsarse más de 300 millones. Estas inversiones pueden ofrecer rentabilidades muy superiores a las que se encuentran en el mercado bancario tradicional. Sociedades fiduciarias, firmas comisionistas de bolsa y Sociedades Administradoras de Inversión (SAI) manejan carteras colectivas y Fondos de Capital Privado (FCP) que administran las inversiones ‘exóticas’.
En la compra de sentencias judiciales que pierde el Estado, los demandantes pueden obtener liquidez inmediata sin esperar un tiempo indeterminado para que el Gobierno les pague. Esta es una operación que se concentra básicamente en fallos contra el Ministerio de Defensa.
La Sociedad Administradora de Inversiones SAI Progresión opera en ese mercado con una cartera colectiva, que también compra facturas y hasta contratos sobre una diversa gama de negocios.
Una cartera colectiva es una especie de fondo que reúne a varias personas para invertir en distintas alternativas.
La inversión en las sentencias opera de la siguiente manera: luego de que alguien le gana un pleito al Estado en última instancia, este puede tardar varios meses en pagarle al demandante. No obstante, la persona beneficiaria puede necesitar el dinero de manera inmediata y es ahí cuando tiene la opción de vender la sentencia con un descuento para el comprador. Por ejemplo, un fallo de 100 millones de pesos puede comprarse en 80 millones, los cuales se entregan de manera inmediata al demandante, que no deberá esperar un plazo largo para obtener su dinero. Una vez venza el plazo, la entidad que compra la sentencia la cobra al Estado en un ciento por ciento más los intereses causados. Esto constituye la ganancia para la cartera colectiva y el inversionista.
Hay otras opciones que se manejan a través de Fondos de Capital Privado (FCP) que son para inversionistas de ‘grandes ligas’ que tienen disponibles más de 320 millones de pesos. Algunos de estos fondos destinan los recursos de los inversionistas a comprar ganado o a impulsar cultivos forestales y de palma africana.
La sociedad comisionista Profesionales de Bolsa tiene un fondo para inversión en ganado cuyo propósito es comprar reses, engordarlas y venderlas para obtener la ganancia correspondiente. A su vez, la Fiduciaria Bancolombia tiene uno que solo invierte en los llamados países Bric (Brasil, Rusia, India y China). Por su parte, la SAI Interbolsa tiene fondos para atención médica domiciliaria y creará uno de renta de vehículos operativos. También hay fondos que invierten en empresas para luego venderlas.
Es el caso de Seaf, una SAI que maneja inversiones en empresas como Bodytech y en Inmaculada Guadalupe y Amigos en Cía., la empresa que opera la cadena de restaurantes Andrés D.C. Este tipo de inversiones son de largo plazo. El inversionista compromete el capital al firmar, por lo que debe desembolsarlo cuando el fondo se lo pida y retirar sus participaciones solo al cumplirse la vida del fondo. En promedio, la vida de un fondo es entre 8 y 10 años.
Compra de contratos, en alza
Existen carteras colectivas para compra de contratos. Por ejemplo, una compañía de vigilancia presta sus servicios a una petrolera, que pagan a 90 días. La empresa de celaduría puede vender el contrato con un descuento de por ejemplo 20% y tener liquidez inmediata. La cartera que lo compra espera al día 90 para cobrarlo y se gana el 20%.